dimecres, de novembre 30, 2005

 

Article sobre la nova ordenança publicat al núm 0 de DIRECTA


ORDENANCES SOBRE CIVISME A L'ESTIL NOVA YORK

L’ajuntament de Barcelona pretén aprovar abans de gener de 2006 el nou Decret d’Ordenances municipals. Es tracta d’un nou paquet de normatives inspirades clarament en les doctrines de tolerància zero implantades a ciutats com Nova York. Durant la seva visita del passat mes de maig a Barcelona, el cap de la policia novayorquina va aportar nombrosa informació i dossiers a la guàrdia urbana de Barcelona, mostrant així la suposada efectivitat de les mesures de mà dura que allí s’apliquen des de fa anys. De fet, dins de la guàrdia urbana de Barcelona ja fa anys que existeix un sector de comandaments partidaris de l’actuació contundent i sense miraments dels agents. Precisament és aquesta línea dura, defensada també des de la gerència de Via Pública i especialment des del seu màxim responsable Blas Alascio, la que s’està imposant després de la renovació d’intendents que per la via d’oposicions es produí a inicis d’any. El guanyador de les oposicions tot i les queixes internes fou l’intendent de les UPAS, Juan José Vilanova Juanola. Paral·lelament a aquests moviments interns dins del cos de la guàrdia urbana, les picabaralles polítiques entre el tripartit barceloní (PSC-ERC-ICV) i els grups de l’oposició (PP-CIU) -amb l’ajut editorial de diversos mitjans de comunicació- han degenerat en afirmacions del mateix alcalde Joan Clos que deixen entreveure l’aplicació d’un decret d’ordenances molt autoritari.


Algunes filtracions de l’esborrany d’aquest decret –tot i que s’està elaborant amb molt poca transparència- deixen entreveure les línees bàsiques. Una de les màximes serà la carta blanca a la guàrdia urbana per expulsar tota mena d’activitats de la via pública, sigui de la mena que siguin. Amb l’excepció d’aquelles ocupacions de via pública que siguin una font d’ingressos pel consistori. És a dir, s’expulsarà per la força a indigents, captaires, prostitutes, músics de carrer, paradetes informatives, i d’altres actuacions que no retribueixen a les arques municipals. Per contra, es tolerarà i incentivarà, la gravació d’spots publicitaris, els actes institucionals, els carnavals oficials, i d’altres tipus d’activitats que moguin prou diner. Es vol prohibir demanar caritat, seure al carrer, anar sense samarreta, etc... Una altra potestat que es vol introduir és la llibertat d’actuació de la guàrdia urbana sense haver de consultar al jutjat de guàrdia. Precintar i desallotjar locals sense previ avís, tancar gent al calabós durant 72 hores per no pagar una multa, etc.... El cúmul de vulneracions de drets que suposarà l’aplicació d’alguns d’aquests articles al nou decret d’ordenances és llargíssim, i per això ja diverses entitats, com ara la FAVB (Federació de Veins i Veines) s’han interessat per conèixer l’esborrany, abans que passi al debat del plenari municipal poc abans de les festes de Nadal.

dimarts, de novembre 29, 2005

 

"El desorden" Article de Manel Delgado al País 09/09/2005


El civismo es hoy uno de los discursos políticos centrales de nuestras autoridades políticas y mediáticas. Su deterioro ha sido el asunto central del último pleno municipal en Barcelona y de todo tipo de pronunciamientos en las últimas semanas. El civismo concibe la vida social como un colosal proscenio de y para el consenso, en que ciudadanos libres e iguales acuerdan convivir amablemente cumpliendo un conjunto de preceptos abstractos de buena conducta. El escenario predilecto de ese limbo es un espacio público no menos ideal, en que una clase media universal se dedica al ejercicio de las buenas prácticas de urbanidad. En ese espacio modélico no se prevé la posibilidad de que irrumpa el conflicto, puesto que en la calle y la plaza se presupone la realización de la utopía de una superación absoluta de las diferencias de clase y las contradicciones sociales por la vía de la aceptación común de un saber comportarse que iguala.

Barcelona es un ejemplo de cómo, a la que te descuidas, el sueño de un espacio urbano desconflictivizado, por el que pulula un ejército de voluntarios ávidos por colaborar, se derrumba en cuanto aparecen los signos externos de una sociedad cuya materia prima es la desigualdad y el fracaso. Y es porque lo real no se resigna a permanecer secuestrado que nuestros espacios públicos no pueden ser un cordial ballet de ciclistas sonrientes, recogedores de caquitas de perro y pulcros paseantes incapaces de tirar una colilla al suelo. ¿Quiénes son los responsables de que se frustre esa expectativa de ejemplaridad? Parece que esas bolsas crecientes de ingobernablidad se nutren de las nuevas "clases peligrosas", aquellas que el nuevo higienismo social, como el del siglo XIX, clama por ver neutralizadas, expulsadas o sometidas a toda costa: los jóvenes, los inmigrantes, los drogadictos, las prostitutas, los mendigos y esa nueva clase obrera que constituyen los trabajadores extranjeros y sus familias.

Sobre los inmigrantes como factor de suciedad nada que añadir a lo obvio: es pura xenofobia. En cuanto a las prostitutas, tampoco nada novedoso, puesto que son viejos personajes de las pesadillas de quienes quisieran que Barcelona fuera una ciudad ordenada y obediente. Con los indigentes y drogadictos formarían ese submundo de lo que en algunas ciudades latinoamericanas llaman "desechables", aquéllos contra los que se está animando a actuar con fines profilácticos, si hace falta como vemos que ocurre de vez en cuando con las acciones de cabezas rapadas.

En cuanto a los jóvenes, tampoco queda claro a quién corresponde atribuir responsabilidades incívicas. Se habla de extranjeros borrachos, por ejemplo, que se identifican como nuevos nómadas -los travellers- o turistas pobres, aunque es posible que a su lado encontremos a un buen número de estudiantes universitarios de casa bien que han acudido por miles a una ciudad publicitada
internacionalmente como un colosal e ininterrumpido espectáculo al aire libre. Por cierto, es curioso que haya quejas al respecto del consumo juvenil de alcohol en público en una ciudad como Barcelona, en que el botellón no alcanza ni de lejos las dimensiones que conocen otras ciudades españolas como Madrid.

Luego tenemos el capítulo de fiestas descontroladas. Hace tiempo que los espacios festivos han demostrado su fracaso en orden a constituirse en ámbitos felices de cohesión social, y alguien debería recordar los graves desórdenes que conocieron las fiestas de Gràcia hace 30 años, el resultado de los cuales fueron 20 detenidos y un herido como consecuencia de los disparos al aire de la policía. Y es que la fiesta es lo que siempre ha sido, un territorio en que la condición crónicamente problemática de la vida social encuentra una oportunidad en que expresarse. En ese campo se confunden varias cuestiones. Por una parte, la del consumo masivo de alcohol, que no se ataja porque en gran medida depende de él la financiación de esas fiestas. Lo que ocurre es que luego se acabará sosteniendo que los desmanes los han provocado jóvenes borrachos de cerveza vendida por los "lateros" paquistaníes y no por la que les han servido los "buenos ciudadanos" que atendían las barras legales. En cuanto a la implicación de grupos alternativos, es un argumento perfecto para el hostigamiento policial contra la disidencia política radical. Igual no es casual que la asignación de culpa a movimientos sociales anticapitalistas en altercados como los de Gràcia precediera en unos días a un informe en que los Mossos d'Esquadra daban cuenta de la localización en Barcelona de activistas entre cuyos "crímenes" figuraba la difusión de ideas anarquistas y antisistema.

En resumen, . Y es que, como sostenía aquí Josep Ramoneda en un sentido parecido, si uno lee lo que escribieron hace no mucho en estas mismas páginas Oriol Bohigas (27 de julio) y Félix de Azúa (11 de agosto) sobre el pozo de podredumbre en que se había convertido Barcelona, se llega a la conclusión de que lo que molesta a nuestros intelectuales burgueses no es la miseria o la marginación, sino tener que verla.

Mención aparte merece la invocación al término vandalismo para aludir a una nebulosa de conductas en la que manifestaciones de cultura urbana como son los grafitos se mezclan con formas de gamberrismo en las que una visión más profunda debería reconocer elementos de rabia y rencor contra ciertos aspectos del mundo. Todo acto de violencia es un acto de comunicación, cuyas causas no pueden ser atribuidas de manera simple a una patología psíquica o social. Y recuérdese: explicar no es justificar.

Por otra parte, y al respecto, cabría reconocer el descomunal abismo que, en cuanto a efectos, separa la llamada violencia urbana de la violencia urbanística. El 15 de julio, Bernat Puigtobella publicaba en EL PAÍS un merecido elogio a Destrucción de Barcelona (Mudito & Co.), de Juanjo Lahuerta, un libro que no trata precisamente del aumento de las conductas incívicas, sino de la devastación de que ha sido víctima Barcelona en los últimos años a manos del diseño urbano. Porque, si una papelera quemada es un "acto de vandalismo", ¿qué calificación convendría a esos barrios populares desahuciados en masa y destruidos por las excavadoras, a ese centro histórico despanzurrado para construir aparcamientos o a ése borrado para siempre de los restos y los rastros de lo que un día fue una de las ciudades más apasionantes y apasionadas de Europa?

 

Dossier Fartes del civisme


L'Associació Víctimes del Civisme ha elaborat un dossier de materials crítics amb la nova ordenança.
Us el podeu descarregar des d'aquí
Dossier fartes del civisme (doc)

 

Barcelona 2005: el fracàs d'un model


Sobre civisme i incivisme i altres mentides mediàtiques

Aquest estiu ha estat marcat per una campanya mediàtica demagògica i insistent de criminalització de qualsevol forma de pobresa o de dissidència política. Hem llegit que la ciutat està infestada de borratxos, captaires i okupes incívics que són els culpables de tots els mals de la ciutat. Aquesta campanya ha estat orquestrada des de les institucions polítiques catalanes, amb informes filtrats directament a la premsa des de delegació de govern, i ha omplert el buit mediàtic de l’agost. L’objectiu d’aquesta insistència gairebé feixista en el model de la neteja, el silenci i el civisme és contrarestar el fracàs d’un model de ciutat, que té el seu punt àlgid en la crisi del Fòrum de les Cultures. Tots els habitants de Barcelona tenen clar que el Fòrum 2004 només pretenia vendre una ciutat a partir d’uns valors tergiversats. La ciutat ja està venuda però ningú no s’ha cregut la mentida. El resultat: una ciutat convertida en un parc turístic, saturada i amb problemes reals sense resoldre com l’habitatge, l’exclusió social i la pobresa. L’única solució que els queda és acusar d’incívics tots aquells que no encaixen amb la marca i preparar l’opinió pública per una escalada de repressió de la mà dels mossos d’esquadra.

L’exemple més recent d’aquesta construcció mediàtica de l’incivisme l’hem trobat a les festes populars alternatives més potents de la ciutat, les dels barris de Gràcia i Sants. A Gràcia, es denega el permís per les festes alternatives per primer cop en 25 anys, quan són unes festes fortament arrelades al barri. Per altra banda, l’ambient de crispació general al barri per una presència policial mai vista i l’intent de desallotjar totes les places a les 2:30 h va provocar que centenars de persones de diferents procedències s’enfrontessin amb la policia. Els avalots creats van ser immediatament atribuïts als okupes i als antisistema, cosa que va ser desmentida per l’Assemblea de les Festes Alternatives conjuntament amb l’Associació de Veïns.

A Sants, l’aparició de dos guàrdies de seguretat del metro acompanyats per un rottweiler sense lligar, i d’efectius de la policia nacional amb pistola en mà a una de les places de les festes, provoquen diversos ferits de mossegada de gos, alguns dels quals han hagut de ser hospitalitzats, i trets d’arma de foc a una
altura d’1,80 m, tal com la mateixa policia científica ha reconegut, que haurien pogut causar una tragèdia. L’excusa de la intervenció: un grup que estava fent una pintada en una estació de metro propera. En els dies següents es van detenir dues de les persones que havien estat hospitalitzades. La premsa, ocultant dades i tergiversant la informació, va atribuir tots els aldarulls al col•lectiu “antisistema”.

Sants i Gràcia són els darrers exemples, però també tenim la construcció mediàtica totalment falsa i paranoica sobre la presència de cèl•lules terroristes anarquistes italianes a Barcelona, i la permanent traducció de qualsevol forma de pobresa en incivisme. Aquesta campanya, que demostra la complicitat absoluta entre la premsa i les institucions polítiques, engloba sota l’etiqueta de l’incivisme tots aquells que amb la seva simple presència posen en qüestió la façana cool de Barcelona i alhora pretén minar la legitimitat dels moviments socials. El debat sobre el civisme i l’incivisme pretén tapar amb una cortina de fum el problema polític de fons: la creació d’un model urbà a Barcelona que genera exclusió i pobresa i al qual els moviments socials ens oposem frontalment des de l’acció política i des de la creació de xarxes alternatives de consum, cultura i vida.

La pancarta que els habitants de Miles de Viviendas hem penjat a la façana només pretén recordar-vos que desconfieu cada vegada que surti el moviment okupa per la televisió, perquè l’okupació no és una estètica ni l’activitat de quatre joves incívics i violents sinó una forma de lluita política amb una història ja molt llarga que intenta alliberar espais per a l’autogestió, l’autonomia i la crítica en aquesta ciutat hipòcrita.

“Civisme: m. sing. Zel pels interessos i per les institucions de la pàtria (Diccionari de la Gran Enciclopèdia Catalana).”

Assemblea de Miles de Viviendas


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